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Los colonizadores y sus herederos

Francisco López Bárcenas
Publicado en La Jornada, abril 8, 2019.

Más allá de si estuvo bien o mal que el Presidente de la República Mexicana solicitara al rey de España y al papa Francisco pedir perdón por las atrocidades que sus antecesores cometieron o permitieron que se cometieran hace 500 años contra los pueblos indígenas por los invasores europeos a las tierras del Anáhuac, y también más allá de si las brindarán, lo que importa es el efecto que ese perdón podría tener para el futuro de los afectados, lo cual implicaría que el perdón viniera acompañado de medidas eficaces para combatir las secuelas de las atrocidades por las que se extiende el perdón. Otra condición necesaria para que el perdón solicitado tuviera algún efecto en la vida de los agraviados es conocer cuál es su situación actual y qué relación guarda con aquellos hechos.

Para entrar a este asunto habrá que recordar que la colonización del Anáhuac por España no fue sólo el sometimiento militar de un pueblo por otro para ponerlo a su servicio, también fue un proceso mediante el cual se truncó la vida cultural de muchos pueblos, sus conocimientos y formas de producirlo, que en muchos aspectos eran más avanzados que los de los conquistadores; se atacó su vida cultural, sus religiones y sus formas de organización, y se les impuso la de los colonizadores, como una manera también de mantener el dominio. Esto llevó a Guillermo Bonfil Batalla a afirmar que el indio o indígena fue una invención de los colonizadores mediante la cual inferiorizaron a los habitantes originarios del Anáhuac para justificar su sometimiento.

Cuando se dio la Independencia y comenzó a formarse el Estado mexicano, los pueblos sufrieron otra conquista, más profunda que la ejercida por los españoles. Ahora los colonizadores eran los criollos, pasamos del dominio de un pueblo sobre otro al dominio de una clase sobre otra, con características muy específicas: las clases sociales se integraban por etnias que pertenecían al mismo Estado. Este fenómeno dio origen a lo que se conoce como colonialismo interno y de él han dado cuenta científicos sociales como Pablo González Casanova, Rodolfo Stavenhagen, Guillermo Bonfil Batalla y Luis Villoro. Para ellos y otros que como ellos sostienen la tesis del colonialismo interno la situación de exclusión y discriminación que los pueblos padecen no se debe a que sean indígenas, sino a que los criollos han establecido relaciones de dominación, coloniales con ellos.

Las relaciones coloniales se han profundizado con la adopción de las políticas neoliberales como forma de desarrollo de nuestro país. Esto es así porque, como cuando fuimos colonia española (1521-1821) el modelo extractivista es el predominante y los recursos codiciados por los nuevos colonizadores se encuentran en los territorios indígenas. Si en aquellos tiempos les interesaban el oro y la plata, ahora, además de ello les interesan la biodiversidad, el agua y los conocimientos de los pueblos sobre ellos. El saqueo ha sido brutal. El Inegi ha informado que en la década que va de 2000 a 2010 se sacó del país muchísimo más mineral que en los 300 años de colonización española y abundan los proyectos de biopiratería para apoderarse de los recursos biológicos. Para los pueblos indígenas esto representa el cuarto ciclo de la colonización indígena.

Como puede verse, la situación colonial en que los pueblos indígenas de México viven actualmente no proviene sólo de España ni se resuelve con perdones por hechos pasados. Lo que los pueblos indígenas demandan es que los herederos de aquellos colonizadores, es decir, los dueños de las empresas trasnacionales que andan por todo el país ávidas de hacerse con sus recursos naturales, así como sus aliados nacionales, dejen de hacerlo. Para esto se necesita reconocer a los indígenas como pueblos con derechos colectivos plenos, entre ellos, el territorio y el acceso preferente a los recursos naturales existentes en ellos para que puedan usarlos, administrarlos y beneficiarse con ellos. Y para que esto sea posible es necesario desmontar toda la institucionalidad del neoliberalismo, no sólo declararlo desaparecido. En pocas palabras, crear condiciones para que las culturas indígenas puedan volver a florecer con todo su esplendor. Y esa es una responsabilidad del gobierno que solicita el perdón.

Esto es lo que los pueblos necesitan y no sólo que les pidan perdón por hechos pasados que todavía afectan su vida. Por eso luchan. Para dejar de ser colonias y lograr su emancipación.


Políticas Neoliberales que afectan a campesinos estadunidenses en sus formas de producción agrícola

 

Publicado en La Jornada, Octubre 1, 2018.

American curios

Postales estadunidenses

David Brooks /

“Aveces la luz está brillando sobre mí / Otras veces apenas puedo ver / Recientemente se me ocurre: Que viaje tan largo y extraño ha sido…”: Grateful Dead

 

Nos despedimos de Chicago y cientos de kilómetros más hacia el oeste visitamos a dos amigos que viven en una granja en Wisconsin, un estado históricamente progresista pero que en años recientes se volteó hacia la derecha. Nos explicaron que el giro político se debía al fracaso de los demócratas y progresistas en cumplir con su compromiso de defender a los granjeros. Recordaron que el país perdió en sólo unas tres décadas 9 millones de granjas familiares, se impuso en su lugar un modelo corporativo de agricultura masiva donde ahora aproximadamente un millón de personas son responsables de casi el total de la producción agraria del país.

Pero lo que más les sorprende ahora aquí es una creciente corriente progresista que rechaza la cúpula política y que se identifica con el socialismo democrático de Bernie Sanders. En una reunión del Partido Demócrata local a la cual llegaron para medir las cosas, unas mujeres de la tercera edad les preguntaron que qué tipo de demócratas eran, que si eran de Hillary, y cuando respondieron delicadamente que más bien tipo Bernie, los abrazaron exclamando, ahora sí podemos hablar clarito. Poco después, mientras uno atendía una mesa del Partido Demócrata local en una feria rural, le preguntó a una joven de 16 años que estaba dando vueltas por ahí si le interesaba la política. Respondió firmemente que en 2020 ya podré votar y vamos a echar a todos estos, y lo voy hacer en honor de Elizabeth Cady Stanton (la filósofa y líder del movimiento de las mujeres por el voto en el siglo XIX) y porque se cumplirá el centenario de que las mujeres conquistaron el derecho al voto en este país. Lo dejó callado, me estaba dando una lección de historia.

Comentan que “durante décadas evitamos usar la palabra ‘socialismo’ para no asustar y obstaculizar el trabajo de organización, y ahora resulta que es la palabra necesaria en el trabajo político local aquí”.

De ahí pasamos por los llanos de Minnesota y Dakota del Norte, paisajes que contienen largas historias de luchas de inmigrantes escandinavos; de granjeros, mineros, ferrocarrileros y empacadores de carne. Por aquí se oyen los ecos de antiguas luchas indígenas y las contemporáneas: al sur, Wounded Knee, símbolo de resistencia indígena en el siglo XIX como en el XX; al norte, la histórica movilización de Standing Rock hace poco mas de un año.

Pasamos por Idaho, un cachito de Washington y llegamos a la costa de Oregon. Estaciones de radio nos ofrecían un licuado de mensajes antimigrantes, programas cristianos con reverendos tratando de convencernos de que no era demasiado tarde para encontrar a Jesús (y enviarles donativos, mientras) y, de repente, radio en español con música, noticias y chismes mexicanos. Un espectacular en la carretera afirmaba: Jesús sí existió, más allá de la duda razonable. Bueno saber. En una gasolinera perdida en medio de la nada se anunciaba Coca-Cola hecha en México.

Oregon es tierra de John Reed y una gran tradición anarcosindical importada por inmigrantes europeos. El sindicato de estibadores en la costa fue fundado por comunistas (el primer líder fue un australiano) y sigue entre los más progresistas. En el pueblito turístico de Yachats en la costa hay una panadería que se llama Pan y Rosas. Ahora esas mismas luchas, para pan y rosas también, son libradas por mexicanos y otros latinoamericanos, entre otros inmigrantes.

En Portland platicamos con una extraordinaria luchadora por los derechos civiles, antiguerra, ambientalista, sindicalista desde los 60 hasta hoy día, quien nos contó cómo los jóvenes, junto con veteranos de luchas sociales, están creando un mosaico, aún fragmentado, de rebeliones unidas por un furioso noa lo que ahora se ha impuesto en el poder, y que de ahí esta brotando tal vez la última esperanza para este país en esta coyuntura.

En este viaje por una de las épocas más oscuras de este país, de repente se asomaba la luz del alba.


El modelo neoliberal en las ciencias y la educación

Rainer Enrique Hamel

La Jornada, 12 de septiembre, 2018

El Plan de Restructuración Estratégica del Conacyt, presentado por María Elena Álvarez-Buylla, su próxima directora, denuncia claramente el modelo neoliberal y desarrolla una línea de acción sugerente en el campo de las ciencias naturales y la ecología, su propia especialidad. Habrá que enriquecer este texto con una visión crítica desde las ciencias sociales y humanas, que analice cómo se ha instalado el modelo neoliberal de gestión empresarial en el campo de las ciencias y educación superior en México y qué efectos ha tenido.

Adelantemos algunos elementos específicos sobre la evaluación relacionada con la política salarial. En las ciencias y educación superior el modelo gerencial comenzó al crearse en 1984 el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), con el fin de pagarle un complemento salarial a un pequeño grupo de investigadores cuando los ingresos de todos iban en picada. Era concebido como una medida estrictamente transitoria, mientras se recuperaba la economía. Pero no ocurrió así. El sistema se perpetuó como régimen de control. Me consta, porque ingresé al sistema en su primera generación, en un momento de mucho debate. Como parte de un nuevo modelo impuesto desde afuera, el gobierno empezó a congelar los salarios contractuales y a introducir sistemas de pago complementario por productividad; primero el SNI, y después diversos sistemas internos en cada institución. Hoy recibo 70 por ciento de mis ingresos por complementos y sólo 30 por ciento por contrato en la UAM. Llama la atención que ningún otro país de buen nivel académico practique tal fragmentación salarial. Ni en Europa, EU o Canadá. Tampoco Brasil, Argentina o Colombia.

A escala internacional, el régimen neoliberal establece jerarquías (rankings) entre universidades, disciplinas, revistas e investigadores. La bibliometría ha colocado el concepto de factor de impacto (Garfield) en el centro de su sistema de evaluación: el valor de un artículo científico se establece exclusivamente por el número de citas que obtiene en la pequeña selección de revistas del Citation index. Es incapaz de describir el valor de un artículo basado en su calidad científica o en su impacto social real (incluso en sus variantes más sofisticadas, e.g. el factor Hirsch, etcétera). No hace falta leer un artículo para evaluarlo. Esto lo hace un software. La investigación sobre el virus del zika, por ejemplo, tan urgente para desarrollar una vacuna y quizás un tratamiento, no tendrá impacto porque salve la vida o salud de muchos seres humanos. Solamente alcanzará impacto científico si los resultados son publicados y si engendran muchas citas en otros artículos. Como hemos visto claramente en México, este sistema enajena y distancia a las universidades de sus sociedades. Basta ya.

Para superar ese régimen podemos dar pasos iniciales que deberían ser de obvia resolución. Propongo una tregua y suspensión por cinco años de todos los sistemas de evaluación académica relacionados con pagos adicionales a partir del primero de julio de 2019. Se disuelve el SNI y se incorporan sus estímulos a los salarios. Lo mismo ocurre con todos los sistemas estatales e intrauniversitarios correspondientes. Así podremos ahorrarnos la costosa burocracia del SNI y de los demás sistemas cuyos presupuestos se dedicarán a la investigación y docencia. Más importante es que se ahorrarán miles y miles de horas invertidas por los investigadores en la publicación de artículos irrelevantes y en el llenado de reportes y formularios cada vez más absurdos kafkianos, que premian la mediocridad y los simulacros. Sin duda, mejorará la calidad de producción y también la calidad de vida de los académicos.

Esto es exactamente lo que hizo el presidente Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil al comienzo de su mandato (2003-2011). Junto con un fuerte incremento en la inversión, claro está, la academia brasileña empezó entonces un ascenso meteórico, con salarios íntegros y la fundación de 50 nuevas universidades federales y campos, que la coloca hoy en el primer lugar en América Latina.

La tregua nos dará tiempo, libertad y energías para luchar por un salario justo, y la suspensión del SNI nos permitirá crear, desde el primer día, un nuevo sistema de jerarquías universitarias basado en criterios cualitativos, la relevancia social y en salarios íntegros.

En cinco años nos volveremos a sentar en la mesa para ver cómo estamos. Nos daremos cuenta de que el emperador de los rankings andaba desnudo. Tanta evaluación, ¿para qué? Para mejorar las estadísticas, nos escribe un subdirector del Conacyt. Esta parafernalia sólo obnubila y desprestigia aquellas evaluaciones que sí son legítimas e importantes, porque permiten mejor nuestra labor académica y su organización. Algo parecido ocurrió en este sexenio con la evaluación en la educación básica.

Pero hay que iniciar ese proceso ya y dar un golpe de timón certero; de otro modo, todo seguirá igual. En México somos campeones de la simulación. Habrá que crear rupturas precisas en varios campos para preparar las rupturas mayores que tendrán que venir más adelante. El tema propuesto podría parecer marginal, pero apunta al corazón del sistema neoliberal en las ciencias y educación superior.


Agosto 14, 2018.

Dentro del equipo del nuevo gobierno de AMLO, se están perfilando dos modelos de desarrollo de país, en especial del campo. El día de hoy, aparecen dos artículos en La Jornada que considero pertinentes mostrar. En el primero, Victor Manuel Toledo y el segundo de Luís Hernández Navarro.


¿Vencerá el nuevo gobierno las fantasías neoliberales?

Víctor M. Toledo
El neoliberalismo como expresión de la fase corporativa del capital, no sólo es un proceso de megamonopolización del poder económico y político, basado en la doble explotación del trabajo humano y del trabajo de la naturaleza, también es una gran fábrica de fantasías. Con ello logra adormecer las conciencias de los ciudadanos, ocultando y justificando esa doble explotación, independientemente de su pertenencia a una clase social, a una ideología política, a una creencia religiosa o profana o a un proyecto de vida. La mitología neoliberal, cuyos arietes ideológicos son las ideas de progreso, desarrollo, crecimiento, etcétera, tiene como núcleo o motor esencial dos falsas percepciones: la separación radical entre la humanidad y la naturaleza y, consecuentemente, la idea de dominio humano sobre el mundo natural, al que hay que conocer a fondo para explotarlo. Una sociedad es, entonces, más civilizada en la medida en que logra alejarse de las fuerzas salvajes de la naturaleza, y convertirse en un mundo artificial con aparatos, máquinas, artefactos y materiales no-naturales (plásticos, metales, cristales). El neoliberalismo, que además es patriarcal, no sólo considera a la naturaleza como entidad a explotar, sino también a las mujeres (apasionadas, sentimentales y salvajes), a los pueblos tradicionales o indígenas (los más naturales), y a los diferentes sexuales (lo naturalmente incómodo). Y por supuesto, los pobres siempre serán más primitivos, es decir, más salvajes, que los civilizados personajes de las élites aristocráticas y burguesas.

Buena parte de los gobiernos autodenominados de izquierda o progresistas (y no se diga los socialdemócratas) terminaron claudicando y traicionando sus propias proclamas, promesas e intenciones, porque más allá de sus declaraciones y discursos continuaron manteniendo en lo profundo la visión civilizatoria neoliberal, es decir, sus fantasías. Este ha sido el caso de varios países latinoamericanos (Brasil, Argentina, Ecuador, etcétera) aderezado además por la corrupción. El caso mexicano, con un nuevo gobierno progresista en ciernes, debe inscribirse en este contexto. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha dejado muy claro que su gobierno será antes que todo antineoliberal. Esto lo ha proclamado durante su campaña electoral y especialmente en su reciente libro (México, Rumbo al 2018). Como en el resto del mundo, lo que AMLO ha llamado la mafia del poder no solamente está formada por políticos y empresarios, también la conforman los que alimentan las fantasías: periodistas, científicos, técnicos, intelectuales, academias.

Tomemos el caso de los alimentos. Hoy en el mundo no existen más que dos maneras de producir, circular, transformar y consumir alimentos. Uno es el sistema alimentario agroindustrial, basado en el uso de energía fósil, dirigido a los agronegocios, la exportación antes que a la soberanía alimentaria, la especialización, el uso de agroquímicos, genómica y biotecnología transgénica, que ignora los saberes agrícolas tradicionales y que gasta enormes cantidades de energía en el transporte, el empaquetado y la preservación de los alimentos. El otro sistema es el agroecológico, basado en la energía solar, el respeto a los ciclos y procesos biológicos y ecológicos, que dialoga siempre con los agricultores tradicionales, genera alimentos sanos y crea mercados orgánicos, justos y de corta distancia. El primero constituye la modalidad neoliberal; el segundo su antítesis y alternativa. El primero contribuye con hasta 30 por ciento de los gases de efecto invernadero que calientan el planeta. El segundo, por el contrario, enfría el planeta, es decir, atenúa el cambio climático. En México el sistema agroindustrial, del cual es un destacado impulsor internacional el futuro secretario de Agricultura de AMLO, ha sido adoptado, multiplicado y expandido por los gobiernos neoliberales de las pasadas tres décadas. En su versión más despiadada (el maíz transgénico), esta fantasía fue respaldada por la Academia Mexicana de Ciencias, El Colegio Nacional, la UNAM, la Sagarpa, la Semarnat y periodistas despistados o sin ética. Por su parte, el modelo agroecológico que nació en el país hace unos 40 años ha sido adoptado ya por cientos de comunidades, ejidos y cooperativas, y multiplicado por universidades y tecnológicos, y fue una de las demandas que el movimiento campesino Plan de Ayala Siglo XXI hizo a AMLO.

Como en el caso de los alimentos hay muchas otras fantasías neoliberales que el nuevo gobierno deberá identificar y enfrentar: la opción empresarial de energías alternativas, la mercantilización de la biodiversidad mexicana (capital natural), la robótica, la educación tecnocrática y euro­céntrica, la superioridad de las ciudades sobre el campo, la marginación del arte y los artistas, etcétera. ¿Logrará el nuevo gobierno remontar estas fantasías o repetirá la fallida historia de los gobiernos progresistas de la América Latina?


Alfonso Romo

Luis Hernández Navarro
No es sólo una sonrisa para la foto. No. El gesto de satisfacción que se ve en el rostro de Alfonso Romo en Agromod es genuino. Es la rúbrica del vencedor. Está en Tapachula, Chiapas, en su empresa, ataviado con una aséptica bata blanca, rodeado de sus trabajadoras, tan risueñas como él, justo atrás de donde se encuentra el futuro presidente de México.

Agromod, la compañía de tecnología alimentaria propiedad del futuro jefe de la Oficina de la Presidencia donde se tomó la fotografía, es una pieza clave de su emporio. La presencia de Andrés Manuel López Obrador allí no fue accidental, sino parte del trabajo de campo del presidente electo para reforestar un millón de hectáreas. Una iniciativa que coincide con la visión del desarrollo de la región que tiene Romo. Según él, la inversión forestal en el sureste, es la manera más barata para México de llevar riqueza al campo. No son palabras. El magnate ha invertido en biotecnología y agronegocios en Chiapas desde 1992. En 1996 confesaba que su proyecto en ese estado es el que más me gusta de todos mis negocios.

Pero no es sólo Chiapas. El campo es el campo de Alfonso Romo. Regiomontano de corazón nacido en Ciudad de México, sintió vocación por el mundo rural. Estudió para ingeniero agrónomo en el Instituto Tecnológico de Monterrey, para modificar el artículo 27. En 1996 declaró a Expansión que este artículo constitucional ha sido lo más nefasto que hemos tenido en este país. Según él: mientras estuvo vigente el artículo 27 constitucional, 45 por ciento de la población no se benefició de sus tierras durante 60 años porque la ley no se lo permitía.

Su comprensión del mundo campesino e indígena es muy peculiar. “Los campesinos mexicanos –dijo– no están acostumbrados a pelear 10 horas diarias”. Quiere ver a los indígenas moralmente responsables, pero no tolera las deshonras a la patria, los abortos, las faltas a la moral en el libre derecho por la vida. Asegura que en la selva Lacandona hay tribus. Y quiere ayudar a los indígenas a ser buenos mexicanos.

Su incursión en el mundo de los agronegocios ha sido una especie de rueda de la fortuna. A veces está arriba, en ocasiones abajo, pero siempre montado en ella. Adquirió en 1987 Cigarrera La Moderna, para venderla, 10 años después, a British American Tobacco. Fundó Seminis, que logró controlar 22 por ciento del mercado internacional de semillas. Pero, en medio de un escandaloso pleito con su suegro Antonio Garza Lagüera, tuvo que entregársela a Monsanto, para cubrir parte de una deuda millonaria. Llegó a controlar 22 por ciento del mercado internacional de semillas.

Sus inversiones en la industria cigarrera no le provocaron dudas morales. Según él, “las campañas del tabaco han sido muy exageradas […] No es posible que haya más publicidad contra el tabaco que contra la droga, la homosexualidad o la pornografía”.

Alfonso Romo admira a Juan Pablo segundo, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, el gran triunvirato que cambió al mundo. Aprecia a un mismo tiempo a Porfirio Díaz, al que considera un gran visionario, y a Francisco I. Madero, su tío bisabuelo. Hizo negocios con el dictador chileno Augusto Pinochet y sostuvo que, si se estaba enjuiciando a Pinochet, debería enjuiciarse también al presidente Salvador Allende, quien también era un asesino(https://bit.ly/2OtDYn6). Es consejero del Instituto Atlántico de Gobierno, dirigido por el ex presidente español José María Aznar, junto a Ernesto Zedillo y Mario Vargas Llosa.

Ha combinado exitosamente política y negocios en el más alto nivel. Opina que Carlos Salinas fue un gran reformador y un gran estadista. Ernesto Zedillo es –según su parecer– un hombre recto, moral, consistente en su programa económico. Apoyó con todo a Vicente Fox desde 1997. Impulsó la formación de la plataforma política Opción Ciudadana. En 2011 se acercó a López Obrador.

El coordinador del proyecto de nación y futuro jefe de gabinete ha anunciado que el plan de gobierno de AMLO será de centro, defenderá el libre comercio, buscará convertir a México en paraíso de la inversión privada y convertirá a todo Chiapas, Oaxaca y Guerrero en zonas económicas especiales.

En la próxima administración, dos figuras cercanas a él ocuparán posiciones clave. Uno es Víctor Villalobos, el señor de los transgénicos, anunciado como secretario de Agricultura. La otra es Tatiana Clouthier, eficaz vocera de la campaña presidencial, directora de preparatoria de la Universidad Metropolitana de Monterrey, el negocio educativo de Romo, designada como subsecretaria de Gobernación.

Ironías de la política, el empresario conservador Alfonso Romo, enemigo del aborto y de la propiedad social en el campo, será el segundo hombre más poderoso de un gobierno que ganó las elecciones con el voto de quienes rechazan las reformas estructurales, defienden el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y reivindican el ejido y la comunidad indígena.


La película Black Panther (2018) y la reivindicación de africanos y afrodescendientes

Jumko Ogata Aguilar

Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México.

Resumen

El propósito del presente trabajo es utilizar la película Black Panther para mostrar cómo a través de su representación en la industria cinematográfica se hace evidente la transformación radical de la posición que ocupan los grupos afrodescendientes en la sociedad estadounidense y la reivindicación como grupo que muestra esta película. Además, se hablará acerca de cómo esta reivindicación no es puramente bien intencionada, sino que también responde al reconocimiento al aumento de poder de adquisición que han tenido muchos miembros de esta comunidad, por lo que se busca generar contenido que apele a los gustos de estos grupos para aumentar su consumo.

Introducción

Esta película, estrenada en febrero de 2018 y dirigida por Ryan Coogler, está basada en el personaje de Marvel llamada Black Panther, que fue creado por Stan Lee y Jack Kirby en 1966 (https://www.britannica.com/topic/Black-Panther-comic-book-character).

Uno de los factores que hace de relevancia a este superhéroe negro en particular es que fue el primer superhéroe de tez negra introducido en los comics (de cualquier compañía). Aunque este personaje se creó el mismo año que la organización Black Panthers, que se autodenominó como un partido revolucionario que en un inició buscó vigilar a la policía para evitar actos de brutalidad policiaca, no existe relación entre ambos (https://www.britannica.com/topic/Black-Panther-Party).

La película fue muy bien recibida por el público y la crítica, tan sólo en la escala Rotten Tomatoes recibió un 97% de aprobación, basado en 375 críticas provenientes tanto de votos de usuarios como de medios de comunicación masivos (la página que se dedica a contabilizar la crítica de diversos medios sobre una película y ubicarla en una escala de acuerdo con los resultados. Películas que cuentan con menos de 60% de crítica buena se ubican en la categoría rotten, mientras que aquellos que reciben más del 75% reciben un certified fresh. https://www.rottentomatoes.com/about/). En taquilla recaudó un total de 1,344,966,560 dólares a nivel mundial, y fue la película más taquillera del año, siendo superada únicamente por Avengers: Infinity war (https://www.rottentomatoes.com/m/black_panther_2018/; http://www.boxofficemojo.com/movies/?id=marvel2017b.htm).

Basado en estos datos es posible afirmar que esta película fue vista por una cantidad importante personas en todo el mundo. Además, tanto en redes sociales como artículos escritos por diversos medios de comunicación, se hizo evidente que esta película adquirió una importancia simbólica para la población afrodescendiente, debido a que está protagonizada casi completamente por actores y actrices negros, y ensalza (con matices fantásticos, pues no hay que olvidar que de cualquier manera se trata de una película de superhéroes) la(s) cultura(s) africana(s).

Justificación

Puede resultar contradictorio realizar un análisis acerca de un película estadounidense, tomando como referencia un movimiento social del mismo país como ensayo final para una materia titulada “teoría social en América Latina”, sin embargo, este es un tema relevante también dentro del contexto latinoamericanos, en primera instancia por la proximidad que tiene la región con este país angloparlante. Además, las tendencias imperialistas de dicho país han tenido fuertes repercusiones en todo el subcontinente desde hace cientos de años. Partiendo del hecho que la independencia de las trece colonias sirvió como referente para las luchas de emancipación de las colonias lusohispanas y francesas, pasando por la Doctrina Monroe en el cual este territorio buscó expandirse a toda costa (resultando en su intervención y anexión de diversos territorios de lo que ahora conocemos como América Latina), hasta las claras intervenciones de entidades como el FBI y la CIA en los gobiernos del Caribe, Centro y Sudamérica que resultaron en terribles dictaduras, la presencia de Estados Unidos siempre ha sido una sombra que pesa sobre el imaginario latinoamericano (para bien o para mal). Hacia el final del siglo XX, al introducirse políticas económicas neoliberales en toda la región, la influencia y poder de los Estados Unidos se consolidó por completo y la mayor parte de los países latinoamericanos resultó dependiente económicamente (en distintas proporciones) de esta potencia, por ende, la influencia política de este país en las decisiones tomadas por los respectivos gobiernos también aumentó. No bastando esto, gracias al perfeccionamiento de los medios de comunicación y de transporte, cada vez se tornó más fácil conocer más acerca de la cultura de los Estados Unidos, y las alianzas económicas forjadas trajeron consigo la importación de productos de toda índole a los países latinoamericanos (incluyendo culturales). La hegemonía cultural que ha ejercido este país angloparlante en el resto del continente se hace evidente hasta la fecha: desde México hasta Argentina cada vez se vuelve más común el uso de anglicismos, el escuchar música de artistas estadounidenses, usar ropa de acuerdo con las últimas modas dictadas por ellos y, para el caso que aquí concierne, la importación de cultura pop generada en Estados Unidos, basada a su vez en parámetros culturales del mismo.

Ahora bien, no toda la influencia recibida ha tenido consecuencias negativas, ya que los movimientos sociales surgidos en todo el continente han tenido grandes similitudes entre sí. Existe una gran similitud entre Martin Luther King Jr. al manifestarse en los estados sureños de su país, utilizando la homilía para motivar a los feligreses para luchar contra la injusticia social y Óscar Arnulfo Romero, arzobispo originario de El Salvador, que fue una figura notable por haber hablado a favor de los campesinos y quienes vivían bajo el yugo de la pobreza. Pocos fueron asesinados debido a su labor, pero se mantuvieron como referentes para la lucha social. De la misma manera, The Black Panther Party, organización fundada en California en 1966 tuvo fuertes influencias de la revolución cubana, y al igual que Fidel Castro, se basó ideológicamente en el Marxismo para denunciar la desigualdad económica y social que vivía un gran sector de la población.

Además, durante la Colonia, todo el continente recibió una importante población africana que fue traída como mano de obra esclava, y con ellos, influencias culturales que permean en diversos aspectos de la vida en sociedad hasta la fecha. Con todo, la importancia de la presencia de estos grupos no ha sido debidamente reconocida y han sufrido de gran discriminación y racismo por parte del resto de la sociedad, y en esta instancia los Estados Unidos van a la vanguardia en el proceso de reconocimiento y reivindicación de los grupos afrodescendientes, gracias a la lucha por los derechos civiles llevada a cabo a partir de la década de los 60 del siglo XX. El progreso logrado por este movimiento ha servido de inspiración para el surgimiento de movimiento homólogos en América Latina que buscan un reconocimiento oficial similar al que se logró en EEUU.

Por ello, en la actualidad es importante estudiar también el contenido producido en nuestro vecino del norte debido al peso que aún tienen sus ideas en el imaginario latinoamericano.

Fundamentos teóricos

Horkheimer reconoce a lo largo de la historia la existencia de épocas diferenciadas entre sí, que poseen un espíritu propio, contienen valores, formas de pensar y particularmente dinámicas económicas que le distinguen (Horkheimer, 2003). Si bien resulta difícil marcar límites específicos entre una época y otra, el autor nos dice que:

Para el hombre actual resaltan, justamente por virtud de sus propio problemas, estructuras uniformes, períodos aislados del desarrollo social, cada uno de los cuales estampa su sello peculiar, no solo en el movimiento económico, en el derecho, la política, el arte, la religión y la filosofía, sino también en los individuos.

Para él, estos periodos también influyen en la formación psíquica del individuo, las instituciones y las obras que realiza, por lo que las considera como diferencias culturales. Esto permite ubicar una obra o un suceso dentro de una época, y observar cómo se modifican gradualmente las conexiones sociales que giran en torno a ella, en la que la se ven afectadas “la posición de las clases sociales en sus relaciones mutuas, lo mismo que las relaciones entro todos los dominios de la vida, y que llevan finalmente a la ruina de las culturas de que se trata, o incluso a su superación”. A partir de esto, se vislumbra una lucha de fuerzas constante, en el cual sectores que inicialmente fueron olvidados resurgen y va aumentando la influencia que ejercen en la época en la que viven, manifestándose esto a través de su visibilidad en los ámbitos culturales de su sociedad. La comunidad afroamericana, en palabras de Malcolm X, quien consideraba que usar la palabra “negro” para referirse a aquellas personas cuyos ancestros eran personas africanas esclavizadas era borrar la identidad de este grupo, por lo que proponía “afroamericana” para proveer de cierto contexto cultural (Spelt, 2008), ha visto una gran transformación en cuanto a la posición social que ocupan. Aunque tras la Guerra de Secesión las personas esclavizadas (en su mayoría de ascendencia africana) obtuvieron su libertad, fueron sujetos a una serie de leyes conocidas como Jim Crow (vigentes entre 1877 y 1960 que denigraban a la comunidad afrodescendiente a ser ciudadanos de segunda clase y segregaban a la población de acuerdo con su raza. http://www.crf-usa.org/black-history-month/a-brief-history-of-jim-crow), y no fue hasta la década de los 60 del siglo XX, gracias al surgimiento de movimientos que luchaban por los derechos civiles de los afrodescendientes, que comenzó a cambiar la visión que tenía la sociedad sobre estas personas.

Si es verdad que las grandes unidades sociales, y particularmente la actual, se despliegan sobre la base de una dinámica inmanente, ello significa que las fuerzas contenidas en ellas tienden a conservar esas mismas formas de vida que, de manera recíproca, las promueven, pero significa también que puede oponerse entre sí y operar en contra de aquellas formas y hacer saltar, por ese camino, toda esta unidad.

El autor afirma que la dirección y las condiciones de este cambio se ven fuertemente influidas por el sistema económico vigente, no obstante, aclara que la conducta de los seres en sociedad no puede explicarse únicamente por los fenómenos económicos. 

En el caso a analizar, la representación que se ha hecho históricamente de los afrodescendientes a nivel cultural ha sido en su mayoría negativa. Las leyes mencionadas anteriormente conocidas como Jim Crow se llamaron así por un personaje creado durante el siglo XIX por Thomas Dartmouth Rice, quien pintaba su piel de negro y representaba teatralmente a esta caricatura del afroamericano, exagerando las características asignadas estereotípicamente a esta población. Con el paso del tiempo el personaje se popularizó a tal grado que se comenzó a usar como término peyorativo para la gente afrodescendiente, y se conoció a las leyes que les segregaron con este mismo nombre.

Contexto histórico

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Diversidad biológica y cultural Trópico Americano, es un proyecto desarrollado en El Centro de Investigaciones Trópicales (CITRO), de la Universidad Veracruzana, en Xalapa, Veracruz, México.