EL ANTECEDENTE: PRECURSORES SOBRE ESTUDIOS BIOCULTURALES EN MÉXICO

Es preciso hacer un paréntesis para recordar las contribuciones de al menos tres precursores, tres intelectuales cuyos aportes forjaron la comunidad de investigadores que hoy existe en torno a los tópicos centrales de la Red. Uno, Guillermo Bonfil Batalla (Ciudad de México 1935-1991), etnólogo y antropólogo mexicano, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, director de Culturas Populares y creador y fundador  del Museo Nacional de Culturas Populares. Su gran aporte se encuentra condensado en el libro México Profundo, donde reivindica a la civilización mesoamericana, documenta su vigencia y la sitúa como punto de partida obligado para la construcción de una alternativa a los problemas de México. Su actividad investigadora siempre estuvo ligada al cambio social, el cual concibió como una batalla permanente de civilizaciones, sintetizada en su teoría del control cultural. Su obra es piedra angular para identificar el patrimonio biocultural del país.

El segundo es Efraín Hernández Xolocotzi (Amaxac de Guerrero, Tlaxcala 1913- ciudad de México, 1991),  quien fue un maestro en el arte de recolectar germoplasma de plantas cultivadas. Gran parte de su exploración fue apoyada por la Fundación Rockefeller, lo cual llevó a la formación del Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo. Su conocimiento de la riqueza de variedades del maíz y otras especies cultivadas y de los sistemas agrícolas tradicionales pronto lo llevó a identificar en los campesinos mesoamericanos, una fuente admirable e inagotable de sabiduría agrícola. Esta percepción fue la flama que alimentó su espíritu de científico crítico y de intelectual rebelde. Su defensa casi obsesiva de la agricultura tradicional como base de la innovación productiva del campo mexicano, no sólo lo enfrentó a las políticas dominantes, sino que lo convirtió en un pionero de la agroecología no solamente de México, sino del mundo entero. Su libro Agroecosistemas de México, publicado en 1977, se adelantó por décadas a lo que es hoy una poderosa corriente de investigación e innovación.

Por último, uno de los más connotados impulsores de la perspectiva biocultural y del diálogo de saberes fue el historiador Jan de Vos (1936-2011). Como muchos otros misioneros, este jesuita flamenco se enfrentó a las dudas de la fe durante su interacción con el mundo tropical e indígena de Chiapas. En sus cavilaciones se decidió por contribuir a delinear la memoria de los mayas actuales, para lo cual se dedicó a revelar su raíz. Entre la tradición enciclopédica europea y su versión bíblica, y la ecología sagrada de las culturas indígenas chiapanecas, Jan De Vos se decidió por apoyar a la segunda. En Te Jlohp`Tik, Nuestra Raíz (2001), traducido al tzeltal, tzotzil, tojolabal y chol, este autor tomó la voz de los originarios y habló por ellos, desde ellos y para ellos. Todavía podrían citarse otros autores como el etnozoólogo Rafael Martín del Campo, el etnobotánico Miguel Ángel Martínez Alfaro, el etnobiólogo Alfredo Barrera y el lingüista Carlos Lenkesdorf, quienes en sus distintos campos realizaron aportes seminales.

Guillermo Bonfil Batalla

1935-1991

Efraín Hernández Xolocotzi

1913-1991

Jan de Vos

1936-2011

Enlaces externos:

LIBROS EN PDF PARA CONSULTA Y DESCARGA

  1. El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México. Eckart Boege (Abril, 2010)

  2. La Memoria Biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Víctor Manuel Toledo y Narciso Barrera -Bassols (2009)