Día de la tierra 2019
«Yo soy yo y mi circunstancia, si no la salvo a ella no me salvo yo.» (José Ortega y Gasset. 1883-1955)
Desde 1970, la Organización de Naciones Unidas ha dedicado el 22 de abril a la celebración del Día de la Tierra a nivel mundial. Este día tiene como propósito reconocer y enaltecer la diversidad biológica no sólo por su valor económico, sino por ser un factor determinante en la conformación social, cultural y espiritual de culturas alrededor del mundo.
La diversidad biológica que nos rodea determina gran parte de nuestra identidad y nuestro arraigo a los lugares en los que nacimos y crecimos. Definen desde nuestra dieta hasta las palabras a partir de las cuales entendemos el universo y todo lo que nos rodea. El medio en el que crecemos nos enseña quiénes somos y cuál es nuestro lugar en el mundo, nos recuerda de dónde venimos, quiénes nos precedieron y cómo se relacionaron nuestros antepasados con la tierra.
Las historias de nuestros abuelos recordándonos qué plantas nos curan, cuáles son parte fundamental de los platillos tradicionales de la familia, cuáles adornan las tumbas de nuestros muertos…cómo cantan las aves que viven en nuestro entorno y que significado tienen sus cantos para nosotros, son partes intrínsecas en la construcción de la identidad propia y comunitaria, sin las cuales nos encontraríamos perdidos en el espacio en el que habitamos, sin noción alguna de las relaciones cultivadas por miles de años entre el ser humano y la biodiversidad con los que comparte su vida.
En la actualidad, estas relaciones se ven amenazadas por una serie de actores que irrumpen en esta armonía biocultural. Ya sea el calentamiento global (que modifica los patrones de cultivo de las plantas y las migraciones animales), el abandono del campo por parte de la juventud (puesto que prefieren migrar a la ciudad a buscar trabajo que enfrentarse a los obstáculos cada vez mayores que supone el cultivo) y el olvido de tradiciones y lenguas indígenas (los mayores evitan enseñarle a sus hijos por temor a que estos sean discriminados por sus diferencias culturales).
El Día de la Tierra supone la oportunidad de abogar tanto por la preservación de la naturaleza como por las relaciones que las culturas alrededor del mundo han establecido con la diversidad biológica de las regiones en las que viven.
En esta medida, a través del uso de tecnologías digitales de información, el grupo de trabajo Chjota én níma y la Universidad Veracruzana, estamos registrando algunos ejemplos sobre la importancia que tiene la naturaleza para la cultura mazateca de la Sierra Madre Oriental, cómo han percibido los mazatecos el cambio climático y cómo han adaptado sus formas de producción a estas nuevas condiciones.
El maíz es el eje central en torno al cual se articula la alimentación y cosmovisión en la mazateca. No sólo es el alimento básico, sino también es parte de las historias de origen del ser humano. Prueba de su importancia es la gran variedad de maíz que se cultiva en la zona montañosa de Oaxaca, de tamaños, colores y sabores específicos y diferenciados entre sí.
Por ello, con motivo de la celebración del Día de la Tierra, presentaremos el documental Najmé, palabra mazateca para el maíz, una ventana hacia la relación inherente entre este cultivo y la cultura mazateca. Una relación que ha resistido el cambio climático, la presión del mercado por producir otros cultivos y la introducción de semillas modificadas al país.
El documental se encuentra en su idioma original, mazateco, ya que es, principalmente, un registro desde los mazatecos para los mazatecos, con el objetivo de hacer una crónica que pueda servir a la comunidad para recordar y preservar esta parte de su historia. No obstante, también es de gran importancia para todo público, pues permite conocer la resiliencia del ser humano ante condiciones biológicas nuevas y provee un hálito de esperanza ante las noticias desoladoras que se presentan diario acerca de la inminencia de desastres naturales como consecuencia del calentamiento global.
