Diversificación productiva para el desarrollo del sureste de México.

El cacao como sistema de diversificación productiva para el desarrollo del sureste de México.

Nisao Ogata

TRABAJO PUBLICADO EN: In: Castillo, G. (Ed.). 2018. Cacao: alimento divino. Fundación Herdez. Pgs. 59-82.

Introducción

Entre los problemas más graves que enfrentamos actualmente como especie biológica, están sin duda las consecuencias del uso irracional de los recursos naturales, la destrucción y pérdida de hábitats, la emisión de gases a la atmósfera, y el consecuente cambio climático. Hace poco, hemos presenciado el desprendimiento de un glaciar en la Antártida cuatro veces el tamaño de la ciudad de México (El País, Julio 7, 2017). De acuerdo con estudios recientes, estamos en la vera de la sexta extinción biológica en la historia del planeta, donde las primeras víctimas serán las especies de vertebrados (primates, tigres, leones, jirafas, rinocerontes, entre otros), las cuales desaparecerán en un periodo no mayor de 30 años, con consecuencias impredecibles para la especie humana (Ceballos et al., 2017). 

En nuestro país, el cambio climático es un hecho que ya está teniendo un impacto, sobre todo en las formas de producción de las pequeñas comunidades campesinas que habitan en y alrededor de las selvas lluviosas en el sureste de México. Desafortunadamente, no existe a la fecha iniciativa o acciones que estén preparando a estas comunidades para ajustarse a la producción de alimentos ante distintos regímenes de temperatura, precipitación, vientos, deslizamientos de tierra, cambio de cursos de agua, por mencionar solo algunos fenómenos que ya están ocurriendo.

Esta situación, resulta aun más dramática si consideramos que la mayor parte de los pequeños productores mexicanos, forman parte de las 570 millones de familias campesinas que producen alrededor del 80% de los alimentos que se consumen en el mundo (FAO, 2014).

¿Cómo producir suficientes alimentos (auto-consumo y excedentes) bajo nuevas condiciones ambientales sin una preparación para, por lo menos, paliar los efectos de estos cambios? ¿Cómo hacerlo en el caso de ecosistemas como las selvas lluviosas del sureste de México?

Las selvas lluviosas son bien conocidas por su complejidad, y al mismo tiempo su fragilidad, debido a la enorme cantidad de formas biológicas compartiendo un mismo espacio, ligadas a un sinnúmero de recursos producidos a través de una serie de diversas cadenas alimenticias. Es a través de la compleja red de interacciones que se genera una alta diversidad biológica, y que en muchos casos, coincide también con una alta diversidad cultural. ¿Cómo hacer producir este tipo de ecosistemas para un mercado global donde la gran mayoría de los consumidores desconoce de donde vienen los productos, el esfuerzo que significa producirlos y los efectos que ocasionan en el ambiente cada etapa de su producción?

A la fecha, el desarrollo del trópico mexicano se ha dirigido principalmente hacia la producción de monocultivos tales como la caña de azúcar, plátano o la ganadería, que deterioran la diversidad biológica y contribuyen al efecto invernadero. Estas alternativas conducen al país a mayor deforestación, contaminación, pobreza, desigualad social e inestabilidad económica. ¿Cómo aprovechar estos ecosistemas de alta diversidad biológica sin seguir contribuyendo o por lo menos aminorando el deterioro del planeta?

En este capitulo, se tratará de demostrar que muchas de las respuestas para manejar adecuadamente las selvas lluviosas, mitigar los efectos del cambio climático e impulsar el desarrollo de las comunidades locales, se encuentran en las formas de uso y aprovechamiento en que las comunidades indígenas han utilizado los recursos naturales desde épocas prehispánicas. Cómo mediante un meticuloso proceso de aprendizaje, los grupos indígenas han logrado tener éxito en ecosistemas de alta diversidad biológica y construir sociedades complejas, utilizando conceptos no-occidentales de domesticación para un manejo integral de la selva y el consecuente aprovechamiento y uso moderado de los recursos naturales. En este trabajo, utilizamos el cultivo de cacao (Theobroma cacao L.) como estudio de caso, para mostrar el funcionamiento de un sistema agroforestal diversificado de manejo de las selvas lluviosas, el cuál sería muy importante recuperar e incorporar en programas de desarrollo del sureste de México para la conservación de la naturaleza, mitigar los efectos del cambio climático y ofrecer una alternativa económica redituable a las pequeñas comunidades locales.  Esta aproximación implica la búsqueda del bienestar local, el cual pueda verse reflejado en la capacidad de las comunidades para resolver sus propios problemas, conservar la diversidad biológica, cultural, y tener acceso a ingresos económicos dignos que brinden las posibilidades de salir de la marginación e índices de pobreza establecidos internacionalmente para estas regiones. Se pretende además, demostrar que la producción de cacao tiene limites que no deben ignorarse, que el cultivo moderado, como parte de un sistema diversificado de producción, y la compra responsable, benefician directamente, no solo a las comunidades productoras, sino a cada uno de los integrantes de la cadena productiva y de consumo. Finalmente, se pretende enfatizar que no es posible sacrificar los ecosistemas de mayor diversidad biológica en el planeta por el simple afán de llevar al consumidor una barra de chocolate.

El cacao como sistema agroforestal de diversificación

El cacao (Theobroma cacao L.), es un árbol que prospera naturalmente en la sombra de las selvas lluviosas del trópico americano, y de cuyas semillas se produce el chocolate y sus derivados. Al igual que muchas otras especies de árboles tropicales como la caoba (Swietenia macrophylla King), el cedro (Cedrela odorata L. ) o el ramón, ojite u ojoche (Brosimum alicastrum Sw.), el cacao se distribuye naturalmente desde la Amazonía hasta el sureste de México (Ogata et al., 2006). En condiciones naturales, las poblaciones de cacao son poco abundantes, sobre todo en la Amazonía, donde una hectárea de selva puede albergar hasta 300 especies diferentes de plantas (Gentry, 1982). En estas condiciones, la abundancia de cacao puede variar entre cinco y diez árboles por hectárea (Ogata, 2002). Es en este contexto, donde los seres humanos a través de la observación y un cuidadoso sistema de experimentación y selección, lograron entender que el cacao, como el resto de los componentes de la selva, se desarrolla en un ecosistema rico en materia orgánica, la cual se produce mediante un complicado proceso, donde los árboles del dosel superior, representan el grupo funcional más importante de la selva. Es decir, sin árboles no puede existir el resto de la diversidad biológica; sin árboles no hay hojas, y la caída de hojas, es la fuente principal de materia orgánica para que una miríada de organismos la transformen en nutrientes y energía para el resto de las plantas, mamíferos, reptiles, anfibios, aves, insectos (indispensable para la polinización de cultivos), y por supuesto, para los seres humanos. Los árboles del dosel superior previenen la erosión y aseguran la fertilidad del suelo, influyen en la temperatura, la precipitación y en la cantidad de agua disponible, sobre todo, el tiempo en que se surte dentro de la selva, y mantiene las condiciones precisas de humedad para que plantas como el cacao se desarrollen de manera adecuada.

Es en estos ecosistemas de alta diversidad biológica donde los antiguos pobladores aprendieron que la domesticación no es someter, condicionar o manipular una planta, y que para sobrevivir dependa de los seres humanos. Por el contrario, el concepto de domesticación de la selva que nos legaron, consiste en organizar, conducir, orquestar, llevar, diseñar.. para que la especie de interés, pueda ser aprovechada sin comprometer el funcionamiento del resto de las especies, es decir, un sistema agroforestal diversificado, que provee recursos adicionales como frutales, medicinas, maderas para construcción, además de agua, humedad, temperatura, donde los seres humanos obtienen beneficios sin comprometer el ecosistema. Un sistema agroforestal diversificado de cacao, es lo que más se parece a una selva natural, es en términos prácticos, una selva artificial, diseñada mediante un proceso milenario de observación, experimentación y selección, realizada por los habitantes de la selva. Es además, el corredor adecuado para que aves, mamíferos, reptiles, anfibios e insectos se comuniquen entre manchones naturales de vegetación.

El cacao y los habitantes de la selva

Sabemos que desde hace por lo menos 3,500 años, los habitantes mesoamericanos conocían muy bien el manejo de las selvas lluviosas y la domesticación del cacao, de la cual existe amplia evidencia arqueológica y cultural (Ogata, 2002; Ogata, 2003, Ogata et al., 2006). En el caso de Sudamérica, las culturas que pueblan y han poblado la Amazonía, han sido históricamente desdeñadas en cuanto a su desarrollo como sociedades complejas, entre otras razones, por la escasa evidencia hallada (monumentos, centros habitacionales), y la generalizada idea europea de que los habitantes de estas tierras no eran más que salvajes, nómadas, semi-nómadas, dedicados a la caza y la recolección (Mann, 2011; Valdez, 2013). Afortunadamente, estas ideas se han ido desvaneciendo con evidencia contundente de investigaciones recientes, que muestran el impacto de los grupos humanos en estas áreas de alta diversidad biológica (Mann, 2001; Valdez, 2013). En este contexto, desde 2002 (Ogata 2002, 2003, 2007, 2011; Ogata et al., 2006), presentamos evidencia sugiriendo que el cacao había sido domesticado en Venezuela desde antes de la llegada de los españoles, y desde por lo menos tres mil años en el Perú. Recientemente, investigaciones arqueológicas realizadas por Valdez (2013) en la alta Amazonía, una región intermedia entre las tierras altas andinas y la cuenca amazónica (tradicionalmente considerada sin importancia arqueológica debido a que aparentemente estas tierras no eran aptas para el desarrollo de sociedades complejas), ha presentado evidencia irrefutable sobre el uso del cacao, el cual era utilizado como bebida desde hace por lo menos cinco mil años. Esta evidencia, muestra la domesticación del cacao en esta región y sugiere al mismo tiempo, el manejo intensivo de las selvas en la Amazonía.

El manejo tradicional del cacao

La mayor evidencia del uso de cacao y el manejo de las selvas se encuentra en Mesoamérica. Sabemos que los Olmecas lo usaban como bebida hace unos 3,500 años (Powis et al., 2011) y que los Mayas llevaron el cacao a la plenitud de su uso al ser utilizado incluso como moneda (Coe & Coe, 1996). A la llegada de los españoles, los Mexicas ya habían asimilado el uso del cacao, no solo como bebida sino como parte de su sistema financiero. Las semillas presentaban muchas ventajas como moneda para la realización de transacciones. Por ejemplo, los granos eran de poco valor unitario como para ser utilizados en pequeñas transacciones, pues unos cuantos granos podían ser utilizados para comprar alimentos básicos como maíz. Las semillas, relativamente durables, podían resistir el paso de mano en mano por un tiempo considerable o almacenarse por periodos prolongados de tiempo sin dañarse. Moctezuma poseía un almacén de cacao que funcionaba más como “casa del tesoro” que como repositorio de alimentos (Diaz del Castillo, 1568). Como unidad monetaria, las semillas eran fácilmente estimadas. Una medida de 400 semillas constituía un zontle, veinte zontles (8,000 semillas) hacían un xiquipil. Tres xiquipiles (24,000 semillas) constituían lo que los españoles estimaron en una carga. 

Sin embargo, ¿Cómo eran los sistemas de producción de cacao antes de la llegada de los españoles? ¿Cómo se producía el cacao? ¿En qué condiciones? ¿Cuanto se producía?

¡Cuando el dinero crecía de los árboles!

Uno de los títulos más hermosos para nombrar una tesis doctoral es sin duda el utilizado por René Francis Millón en 1955; “When money grew on trees” (Cuando el dinero crecía de los árboles). En este trabajo, Millón realiza una descripción exhaustiva de la importancia del cacao en la Mesoamérica de antes de la llegada de los españoles, de donde resaltan algunos datos importantes como: a) A la llegada de los españoles se producía en toda Mesoamérica alrededor de 1,500 toneladas de cacao al año. b) El cacao se cultivaba virtualmente en cualquier lugar de Mesoamérica donde las condiciones ambientales permitieran su cultivo, de Michoacán a Nicaragua y de Honduras al norte de Veracruz. c) Los antiguos procesos de producción eran realizados bajo un sistema de sustentabilidad, de la misma manera que como se llevan a cabo actualmente en muchos lugares de Mesoamérica, aunque con diferentes formas de organización a las de ahora. d) La producción era principalmente para el autoconsumo más que para el intercambio. En este contexto, una cantidad relativamente pequeña de la cosecha de cacao se comercializaba a las áreas donde no se producía la planta. e) Dondequiera que el cacao era importado, se consideraba un lujo. f) El desarrollo de una demanda casi universal de cacao en Mesoamérica parece haber estimulado el desarrollo de comercio interprovincial en tiempos antiguos, y puede haber contribuido al desarrollo de poderosos mercaderes del Valle de México y Yucatán. g) El desarrollo de la demanda de cacao en el comercio fue suficientemente fuerte para haber llevado al desarrollo de un cultivo de cacao semi-especializado en Tabasco. h) Sin embargo, la especialización de cacao, como para excluir el resto de cultivos de subsistencia parece no haber existido en ningún lugar de Mesoamérica. i) El comercio en el Valle de México y Yucatán parece haber sido políticamente administrado. j) El cacao parece haber funcionado tanto en intercambio como en consumo y como moneda. k) Los esclavos parecen no haber jugado un papel en la producción aunque esto no queda enteramente demostrado (Millón, 1955).

Sistemas agroforestales diversificados de cacao

De la información ofrecida por Millón (1955), es posible deducir que a pesar de los tributos en cacao que los pueblos subyugados debían hacer al imperio Mexica, la producción a la llegada de los españoles se realizaba bajo un esquema de diversificación, de manera similar a como aun ocurre en muchos lugares en el sureste de México y Centro América. Así, la producción de cacao no era ni extensiva, ni como monocultivo, sino intensiva, formando parte de los sistemas de diversificación de las familias campesinas en donde los huertos familiares no son más que una extensión de la selva, la cual es modificada bajo ciertas condiciones y límites con el objetivo del consumo local, no el intercambio de bienes. Como también podemos inferir de lo escrito por Millón (1955), en el caso de Tabasco, a pesar de que hubo una tendencia hacia la especialización del cultivo de cacao con fines de intercambio, en ningún momento se dejó el esquema de diversificación del resto de Mesoamérica.  

Una narración muy valiosa que nos da una idea de cómo eran los sistemas agroforestales de cacao a la llegada de los españoles es la que ofrece Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, cronista oficial de la Corona Española entre 1532 y 1557. En el siguiente párrafo, Oviedo y Valdés, describe el procedimiento para establecer una plantación de cacao; de cómo se escogen los terrenos cerca de fuentes de agua, de la distribución y distancia entre cada planta de cacao dentro de la parcela, del umbral de luz de la selva, de los distintos estratos de árboles que cubren el dosel superior (¡compuesto muy probablemente de leguminosas!), de las características de estas especies y de la utilidad como madera para construcción.

Pero quiero primero deçir de la manera que crean ó cultivan estos árboles, como cosa que tanto presçian, y es assi. Que después que los han plantado en la tierra que les pareçe que es fértil é á su propóssito, en sitio é agua allí çerca para los regar á sus tiempos ordinarios; y puestos por sus liños é en compás é desviados unos de otros diez ó doçe piés, porque mejor se alimenten del terreno; porque cresçen é cópanse de tal manera que debaxo dellos todo es sombra é el sol no puede ver la tierra, sino en pocas partes entre las ramas. Y porque acaesçe que algunos años el sol les suele abuchornar é escaldar de manera que el fructo sale vano ó no quaxa é se pierde, para remedio desto, tienen puestos entre estas arboledas otros árboles que allí llaman los indios yaguaguyt, é los chripstianos de la madera negra, que cresçen quassi al doble que los del cacao é los defienden del sol é les haçen sombra con sus ramas é hojas, é los van mondando é quitando los braços é ramas, como van cresçiendo para que suban derechos á este propóssito : los quales árboles son de tal natura, que viven mucho mas que los del cacao é nunca se pudren ni caen, é es una de las mas fuertes maderas que se saben. Estos echan muy hermosas flores, digo los de la madera negra, é como rosadas é blancas á manogitos, como el hinojo, é huelen bien, é su fructo son unas arvejas que echan unas lentejas algo menores que los altramuçes y duríssimas : nunca pierden la hoja é son árboles que los indios presçian, assi para lo ques dicho, como para haçer sus cercas á sus heredades, é para la madera de sus casas ó bohios, porque diçen ellos que ni pereçe ni pudre en tiempo alguno. Yo deshiçe una casa de sacrifiçios en Nicaragua, un quarto de legua ó menos fuera de la cibdad de Leon , en la plaça del caçique Mahomotomo, que me servia; é por quitarlos de aquellos ritos é sacrifiçios é çeremonias” Fernández de Oviedo y Valdés, tomado del libro VIII, capitulo XXX (publicación:1851). 

Los sistemas agroforestales diversificados de cacao aun se utilizan en muchos lugares del sureste de México. Esto es lógico, si consideramos que existen por lo menos unas 3,000 especies de árboles (que se distribuyen hasta Centro América), de las cuales, alrededor de 600 especies son comunes en la región (Ogata et al., 1999). De este universo, se han descrito al menos 240 especies con alguna utilidad ya sea como alimento, medicinal, leña, construcción, entre otras (Ogata et al., 1999). Recientemente, Zequeira-Larios (2014) realizó un estudio en 56 plantaciones de cacao a sombra en los Estados de Tabasco y Chiapas, el cual nos permite apreciar cómo se diseñan en la actualidad estos sistemas agroforestales diversificados. En dicho trabajo, encontró que los pequeños productores utilizan en sus plantaciones de cacao por lo menos 30 familias, 50 géneros y 66 especies de árboles, con una densidad de entre 257 a 359 árboles por hectárea. Es decir, ¡casi una tercera parte de las 240 especies de árboles útiles conocidas para la región son utilizadas en estos cacaotales! 

Como se mencionó previamente, el diseño de un sistema agroforestal diversificado de cacao consiste en el proceso de emular una selva natural, donde los seres humanos organizan y conducen a cada uno de sus componentes. En este proceso, los diseñadores de estas selvas artificiales parten del principio de que el cacao es un árbol de sombra, no de sol. Por tanto, se escogen las especies del dosel superior que darán sombra al cacaotal, pero que además deberán reunir una serie de características, tales como:  Que sirvan para nutrir el suelo, que sean de rápido crecimiento, longevos, que por su tamaño no comprometan los árboles de cacao con la caída de ramas; que el periodo de defoliación sea durante la temporada de lluvias y mantenga las hojas en el periodo de seca para proteger del sol las plantas de cacao, que sean resistente a plagas y enfermedades. Finalmente, las especies escogidas deben tener también alguna utilidad, ya sea como alimento, leña, construcción, etc. En este proceso de diseño, aunque no se conozca con precisión de las asociaciones que existen entre especies de leguminosas y bacterias que fijan nitrógeno en el suelo, los productores saben que plantar leguminosas en los cacaotales les da mayor vigor a las plantas y fertilidad al suelo.

Debido a que es difícil hallar una sola especie que cumpla con las cualidades arriba señaladas, los diseñadores de estas selvas artificiales, seleccionan asociaciones de especies de árboles de sombra que mejor cumplan las necesidades del sistema. En los sistemas agroforestales diversificados de cacao examinados por Zequeira-Larios (2014), los campesinos utilizan un grupo de alrededor de seis especies que son utilizadas como la sombra principal del dosel superior. Estas, pueden asociarse en grupos de dos a cuatro especies (dependiendo de la plantación), y así conformar la primer estructura del sistema de diversificación, es decir, la selva artificial. Las especies utilizadas son: Gliricidia sepium (Jacq.) Kunth ex Walp., Erythrina americana Mill., E. fusca Lour., Diphysa robinioides Benth, Colubrina arborescens (Mill.) Sarg., Cordia alliodora (Ruiz & Pav.) Oken (Zequeira-Larios, 2014).

A manera de ejemplo, Gliricidia sepium (conocida Cocohite o Cocuite) y Erythrina americana (conocida como gasparito), son especies de leguminosas fijadoras de nitrógeno y de rápido crecimiento. En el caso de G. sepium, el periodo de defoliación ocurre en los meses de diciembre y enero, manteniendo su follaje durante la época seca, cuando más es requerida la sombra para las plantas de cacao. Estas especies, no sólo son utilizadas como plantas nodriza del cacao, sino pueden ser utilizadas para el establecimiento de dos cultivos importantes, Pitahaya (Hylocereus undatus (Haw.) Britton & Rose) y Vainilla (Vanilla planifolia Jacks. ex Andrews). Dos cultivos importantes desde épocas prehispánicas, ¡que se desarrollan sobre los troncos de estas dos leguminosas!

El proceso de diversificación continua con la inclusión de especies que complementan el sistema; frutales como jobos y ciruelos (Spondias bombin L., S. Purpurea L.), plátanos (Musa spp.) guanábana y anonas (Annona muricata L., A. reticulada L., A. glabra L.), papayas (Carica spp.), naranjas, limones, mandarinas (Citrus spp.), zapote chico (Manilkara zapota (L.) P. Royen), zapote mamey (Pouteria sapota (Jacq.) H.E.Moore & Stearn), zapote negro (Diospyros digina Jacq.), Pataxte (Theobroma bicolor Humb. & Bonpl.), caimito (Chrysophyllum caimito L.), jinicuiles (Inga edulis Mart.), castaña (Artocarpus altilis (Parkinson) Fosberg); condimentos: pimienta (Pimenta dioica (L.) Merr.), arbustos como el achiote (Bixa orellana L.), hojas para tamales (Calathea lutea (Aubl.) E.Mey. ex Schult); maderables: cedro (Cedrela odorata L.), caoba (Swietenia macrophylla King), roble (Tabebuia rosea (Bertol.) Bertero ex A. D.C.), por mencionar sólo algunas especies conocidas. Estas son las bases del diseño de los sistemas agroforestales diversificados con el cacao, como el centro donde gira la diversificación productiva. 

La producción de cacao en el mundo

“Después de aquí.. ¿a donde se va el cacao? Preguntó Ange a los campesinos.

Tras un confuso silencio, y todos dirigiéndose a Mahamad…Se va al puerto de San Pedro, contestó el Jefe con autoridad…y de ahí, a la gente de Europa y América -mientras todos asienten- ¿Qué hace esta gente con los granos de cacao?…silencio nuevamente, y de nuevo voltean a ver al jefe. Esta vez, él parece sorprendido..Yo no sé, contesta honestamente..El sabe que, ciertamente, hacen algo con los granos, seguro, pero él no sabe qué…Hacen chocolate, les explico. ¿Alguno de ustedes ha probado alguna vez el chocolate? Uno de los hombres dice que lo probó una vez, lejos del pueblo..y dijo, sabe bien..Nadie más sabe qué es..”(Conversación con campesinos en la comunidad, Sinikosson, Costa de Marfil, Africa. Carol Off, 2006).

De acuerdo con el “Informe Actual Sobre el Comercio y la Producción de Cacao en América” (Arvelo et al., 2016), actualmente, el cultivo de cacao sostiene una industria con ventas de alrededor de los 120,000 millones de dólares anuales a nivel mundial. Depende de unos 5.5 millones de productores que generan más de 4 millones de toneladas de granos al año, de las cuales, el 84% es producido en cinco países; Costa de Marfil, Ghana, Indonesia, Nigeria y Camerún. De acuerdo con el mismo informe, el 90% son pequeños productores que viven en condiciones de pobreza y alta marginación. El hecho de que más del 80% del cacao en el mundo se produzca en Africa e Indonesia, no es al azar, sino coincide con el proceso histórico de abastecimiento de granos diseñado para la industria chocolatera por lo menos desde la década de 1840 (Off, 2006). En ese tiempo, con la prohibición del mercado de esclavos, para ser “políticamente correctos” los encargados de abastecer el mercado de cacao, y para no seguir enviando más africanos a América, establecieron varias estrategias tales como; llevar las plantas de cacao a los lugares de origen de los esclavos, dejar de llamarlos “esclavos”, y acuñar una nueva nomenclatura: Indentured o Collies. Los Indentured labourers (denominación atribuida al cruel Leopoldo II de Bélgica para explotar a la gente del Congo), consistía en que el esclavo no era tal, sino un “aprendiz” ligado a un “maestro” por un contrato de aprendizaje, donde tenía la obligación de trabajar por un periodo determinado de tiempo (el cual era en realidad eterno y sin pago). De esta manera, Leopoldo II ganó mucho respeto y fama en Europa, pues mostraba su “benevolencia” “educando” y “haciendo gente culta” a los nativos de lo que ahora se conoce como La República Democrática del Congo (Off, 2006). Los Collies se les  denominaba principalmente a los asiáticos, aunque también a indígenas y en general a los extranjeros, los cuales eran reclutados por contratos de por lo menos ocho años a cambio del pago del transporte desde sus lugares de origen y un salario. Al final del contrato, tenían la libertad de regresar a sus países, lo cual por lo regular, era difícil que ocurriera. Así, los holandeses hicieron lo suyo en Indonesia, los británicos en las islas del Caribe, y los portugueses en Africa, empezando con dos islas bajo su dominio; São Tomé y Principe, en el Golfo de Guinea, frente a Camerún. Estas islas, bien conocidas como estaciones de envío de esclavos a América, recibieron en 1824 las primeras plantas de cacao. Veinte años más tarde, los portugueses se convirtieron en el mayor proveedor de cacao a nivel mundial, enviando los granos desde estas islas y utilizando como fuerza de trabajo a esclavos, es decir, Indentured labourers, traídos desde Angola, otra de sus colonias (Off, 2006).

Con la complicidad o la complacencia de la industria chocolatera de Europa y Estados Unidos, el abastecimiento de cacao ha evolucionado hasta nuestros días, manteniendo, con algunas variantes, la explotación y abuso de los pequeños productores. Costa de Marfil, el principal productor de cacao en el mundo, es uno de los ejemplos más notables, ha sido acusado de sustentar gran parte de su producción de cacao utilizando formas de explotación humana como el secuestro y el trabajo forzado de menores de edad (Off, 2006). 

En el continente americano y el caribe, más de 350 mil agricultores se dedican actualmente al cultivo de cacao, los cuales producen unas 650 mil toneladas de granos y ganancias superiores a los 900 millones de dólares anuales (Arvelo et al., 2016). Los primeros en hacerse del mercado de cacao en el continente fueron los españoles, quienes para abastecer el naciente mercado en Europa, fundaron el sistema de encomiendas, el cual consistía en que la Corona Española prestaba la tierra a los nuevos pobladores españoles o encomenderos para que la explotaran, y utilizando a los indígenas como fuerza de trabajo, pagaran a la Corona, un porcentaje de sus ganancias. Al menos en el decreto, después de tres generaciones, la tierra debía ser devuelta a la Corona. Este sistema colapsó cuando la población indígena fue decimada debido a las enfermedades y el injusto trato de los españoles. Desde mediados de 1800 y hasta 1918, se importaron por lo menos medio millón de Collies traídos de Asía (gran parte venían de China) para trabajar en las plantaciones de cacao, principalmente en las Islas de Jamaica y Trinidad, bajo el dominio de los británicos (Off, 2006). La ruta habitual era a través de las Filipinas y México. En el caso de los japoneses, muchos de ellos fueron contratados en México para trabajar en la minería, otros en las plantaciones de caña de azúcar (Mendoza-Martínez, 2011), y otros más, como mi abuelo, terminaron en plantaciones de cacao en Tabasco trabajando para japoneses prósperos, ya establecidos en México.

A la fecha, a pesar del cambio de muchas de las condiciones sociales, políticas, la globalización económica, y sobre todo el uso de tecnológicas digitales de información en el mundo, la industria chocolatera ha sabido manejarse para mantener el abastecimiento de grandes cantidades de granos a bajos costos, grandes ganancias, la satisfacción de los consumidores de cacao en el planeta.. y las mismas condiciones de pobreza y marginación para los productores del grano.

En México, aun cuando el cultivo de cacao no es una prioridad para el desarrollo del campo, las estrategias para promover su cultivo han estado asociadas a prometedores programas de producción de tipo empresarial, con cálculos de ganancias que por lo general no se alcanzan, inducción para la “creación de pequeños productores-empresarios”, en ocasiones organizados en escuelas de campo, bajo esquemas piramidales que impulsan la competencia y supervivencia del individuo por encima del grupo, y donde sólo unos cuantos, si acaso, logran algún magro beneficio. Gobiernos estatales y federales, reciben informes y llamados de atención para que adopten estrategias para la producción de cacao que en el fondo tienen el propósito de abastecer la demanda de la industria, no el bienestar de las comunidades locales. Baste como ejemplo el informe: “Cacao en México: Competitividad y medio ambiente con alianzas. Diagnóstico rápido de producción y mercadeo” (González-Lauck, 2005). En este tipo de documentos, se envían mensajes tales como que; los pequeños productores mexicanos no son competitivos porque no logran abastecer el mercado interno de la industria o que sus granos están sobre-pagados si se comparan con los productores de Asia y Africa.  En resumen, se considera que los pequeños productores mexicanos no son competentes por su “incapacidad” para abastecer la demanda de grandes volúmenes de cacao para la industria, y se dice que para lograrlo, se requiere la adopción de modelos económicos empresariales, no importa si estos son de alto costo cultural, ambiental, y los beneficios económicos no logren reflejarse en el bienestar de las comunidades locales. Se sugiere por ejemplo, emplear sistemas de cultivo de cacao como en Brasil, Malasia o Africa, donde se establecen monocultivos a sol o casi a sol, se utilizan variedades de cacao de rápido crecimiento, resistentes a plagas, pero de muy mala calidad en cuanto a su sabor y aroma, aplicando grandes cantidades de fertilizantes y pesticidas.

En este sentido, recientemente, se han publicado investigaciones enfatizando los costos-beneficios de las plantaciones de cacao a sombra vs a sol, donde se ha podido demostrar que las plantaciones a sol son más productivas que los sistemas a sombra (Waldron et al., 2011; Ruf, 2012).  Ante estos resultados, investigadores e instituciones dedicadas a la conservación de la diversidad biológica realizan esfuerzos para tratar de hallar un balance entre los sistemas cacaoteros a sombra (conservación de la biodiversidad/bajos rendimientos) vs a sol (deterioro de la biodiversidad/mejores rendimientos) (Waldron et al., 2011). Sin embargo, la tendencia es consolidar las plantaciones a sol, sobre todo en países donde el cultivo de cacao es una actividad fuera de contexto cultural, que se ejerce en condiciones sociales y económicas muy difíciles, como sucede en Africa, el principal productor de cacao en el mundo. En estas regiones, por lo menos desde la década de los 80´s, los pequeños productores decidieron cambiar sus sistemas de cacao de sombra a monocultivos a sol. De acuerdo con un estudio de caso realizado en Ghana (Ruf, 2012), la tendencia en todas las zonas cacaoteras del país es la desaparición de las plantaciones a sombra. Entre 1990 y 2005, la densidad de árboles de alrededor de 25 m. de altura, descendió de 14 a sólo 1 árbol por hectárea (la manera en que los productores mantienen los árboles de sombra es sembrándolos en parcelas separadas, semejando monocultivos, sin relación directa con las plantaciones de cacao). Según el estudio, uno de los principales factores que conduce al abandono de la sombra es lo que llaman el “progreso técnico”, que consiste en la introducción de híbridos de cacao seleccionados para condiciones de sol. En las entrevistas realizadas a los 180 productores relacionados con el estudio, concluyeron que; “a los híbridos no les gusta la sombra”. Los productores no están interesados en replicar los cacaotales a sombra en sus nuevas plantaciones. Mencionaron además que el uso de tratamientos químicos, fertilizantes y otras prácticas, son las que en realidad mejoran la producción a sol con el material híbrido plantado, con el cual logran conseguir cosechas hasta cuatro veces superiores que en los sistemas a sombra. Consideran que cultivar cacao en un sistema bajo sombra es cosa del pasado, y que la experiencia fue el factor que les llevó a abandonarlo. Sin embargo, el factor de mayor influencia en los procesos de deforestación y cambio de cacaotales a pleno sol es la migración humana. Cuando los migrantes se establecen en un sitio determinado, realizan un arreglo con el dueño de la tierra a través de un contrato conocido como abunu, para obtener un pedazo de terreno en préstamo, sembrar una nueva plantación de cacao, cultivarlo y compartir las utilidades con el propietario. Así, los migrantes, sin arraigo, ni patrones culturales relacionados al cultivo, se desempeñan con el único propósito de recibir un ingreso tan pronto como sea posible, y para esto requieren de materiales genéticos de rápido crecimiento y grandes cantidades de fertilizantes y plaguicidas. De acuerdo con Ruf (2012), la influencia de la migración en la producción de cacao es claramente uno de los principales factores responsables de la deforestación, de la elección de cacaotales a pleno sol y del deterioro de la diversidad biológica en las grandes regiones cacaoteras de Ghana.

Resulta evidente que impulsar este tipo de estrategias de producción en países como México, significa conducir al colapso biológico, cultural y ecológico los sitios originales en donde se domesticó el cacao y perfeccionó el uso y manejo racional de las selvas lluviosas. No obstante, agencias, gobiernos e instituciones científicas promueven los cultivos a sol o casi a sol, con tal de obtener mayores beneficios económicos. Desafortunadamente, al final, los rumores llegan a muchos productores que deciden cambiar sus cacaotales a sol o casi a sol, con la esperanza de obtener mejores ingresos por sus cosechas, sin considerar que al producir mayores cantidades bajo estos sistemas de producción (con los costos ecológicos que esto conlleva), lo que muy probablemente provocarán será la caída de los precios, y aunque consigan una mayor producción, el beneficio económico no se verá reflejado en sus comunidades. ¿Qué hacer entonces?

Soluciones locales

Como puede apreciarse en el caso de Africa, abastecer y subordinarse a las condiciones del mercado global, conduce a una profunda transformación en las formas y procesos de producción, así como a la expansión de las actividades hacia nuevos territorios, con un impacto devastador en los ecosistemas naturales. En el caso de Ghana, a pesar de que se destine mayor cantidad de tierras al cultivo, se obtengan mayores cosechas, y aunque se consiga satisfacer al mercado, los beneficios no van a llegar a las comunidades locales, como ha sucedido hasta la fecha.

Esta situación no es exclusiva ni de las actividades alrededor del cultivo de cacao, ni de las comunidades locales de Africa, sino un fenómeno que ocurre en todo el planeta. Barkin y Lemus (2015), han estudiado este tipo de problemática y documentado cómo cada vez son más los grupos de pequeños productores, que excluidos de los beneficios de la globalización se organizan para, desde aproximaciones diferentes, diseñar y ejecutar una serie de propuestas para la toma de decisiones dentro de un sistema de valores que privilegian soluciones y bienestar colectivos por encima del beneficio del individuo. Desde esta perspectiva, los grupos locales intentan colocar la política y la ética como el eje de la vida social, rechazando los cálculos económicos como el factor principal para la toma de decisiones sobre su sociedad, economía o la gestión de sus recursos naturales. Debido a que el valor más importante del mercado es el aumento en la producción material  (que devalúa los cambios en el estatus de las mujeres, el bienestar o el impacto de la producción sobre los recursos naturales), según los mismos autores, muchas comunidades en Latinoamérica han convocado a sus miembros a la reflexión y la generación de ideas sobre estilos de vida, organización comunitaria, buen vivir, mandar obedeciendo o comunalidad. Estos conceptos tienen en común la moderación en el uso y manejo de los recursos naturales como parte fundamental para construir diferentes tipos de organizaciones. Como resultado de las consultas realizadas con las comunidades con quienes han colaborado, Barkin y Leumus (2015) identifican cinco principios básicos para conducir este proceso: Autonomía, solidaridad, autosuficiencia, diversificación productiva y manejo sustentable regional. 

Es a través de estos principios, que consideramos puede construirse una alternativa a la economía, con prioridad al desarrollo de las comunidades locales del sureste de México y la conservación y manejo racional de los recursos naturales, utilizando sistemas agroforestales de cacao como motor de la diversifcación productiva. Esta alternativa a la economía, que no alternativa económica (sensu Esteva, 2014), es posible llevarla a cabo en muchas comunidades que se distinguen porque sus formas de concebir el mundo y convivir con la naturaleza, están alejadas de cosmovisiones basadas en la acumulación material y el beneficio individual a expensas del grupo, lo cual hace del principio de solidaridad una forma de vida para promover el bienestar general. La solidaridad, íntimamente ligada al principio de autonomía, es fundamental para organizar los recursos sociales y productivos, y generar excedentes para reinversión y redistribución. Barkin y Lemus (2015) sostienen que en este tipo de comunidades, existe la capacidad y compromiso de muchos de sus miembros para producir excedentes, gestionarlo en la comunidad, recompensar a aquellos miembros que realizan contribuciones importantes en la producción y utilizar el resto para fines colectivos. A través de los excedentes, las comunidades tienen la oportunidad de aplicar planes a largo plazo y alcanzar autonomía. El principio de diversificación productiva, entendido en el contexto de los sistemas agroforestales con el cacao como centro de la diversificación, se convierte entonces en el cultivo generador de excedentes para, con el resto de la diversificación, conseguir la autosuficiencia alimentaria y la sustentabilidad regional.  En esta alternativa a la economía, la producción y comercialización del cacao mexicano debe entonces canalizarse a través de mercados especializados dispuestos a pagar por un producto que es el resultado de un cuidadoso manejo y conservación de ecosistemas de alta diversidad biológica, donde a través de un proceso milenario de observación, experimentación y selección, se logró la domesticación de una planta, que para producir las semillas que servirán para elaborar un chocolate de exquisito aroma y sabor, requiere crecer a la sombra de las selvas lluviosas. Es en estas selvas donde se desarrollaron variedades de cacao de alta calidad que no pueden hallarse en ninguna otra parte del planeta, que forman parte del patrimonio de la humanidad y que necesitan recuperarse, propagarse y conservarse. En Indonesia, por ejemplo, se produce el café Kopi Luwak, el más caro del mundo (un kilogramo puede alcanzar los $700.00 U. S. Dls.). La razón para pagar estos precios se debe a que durante el proceso de producción interviene un mamífero, parecido a un gato, conocido en Indonesia como Luwak (Paradoxurus hermaphroditus), que habita entre los cafetales. Como parte de su dieta, estos animales seleccionan los frutos de café más maduros, al ingerirlos, las semillas no son digeridas sino que se someten a un especial proceso de fermentación a través del tracto digestivo de estos animales, las cuales, son finalmente excretadas prácticamente intactas. Veinticuatro horas más tarde, los campesinos colectan las excretas de los Luwak, separan y lavan las semillas y continúan el proceso de producción del café.

De la misma manera en que debe entenderse que este tipo de café tiene precios preferenciales debido a que el proceso de producción requiere de condiciones especiales, que es imposible hacerlo a gran escala y que el resultado final es un producto con un especial aroma y sabor, de la misma forma debe entenderse la producción del cacao mexicano. Por el beneficio de las comunidades locales, de quienes convierten los granos en las diferentes presentaciones de chocolate, de los consumidores finales y por la conservación y manejo racional de los recursos naturales, es necesario dar un cambio a las formas de producción en los ecosistemas de alta diversidad biológica del sureste de México. Al igual que el café Kopi Luwak, el cacao mexicano debe entenderse como un recurso de producción limitada, porque se cultiva en la sombra de las selvas lluviosas y porque para hacerlo, se requiere de un profundo conocimiento sobre el funcionamiento de la selva, y este conocimiento, ¡también debe ser remunerado!. Porque al cultivarlo en la sombra de la selva, no solo se asegura un producto de suprema calidad, sino se contribuye a la conservación de la diversidad biológica, cultural, de los ecosistemas, del paisaje, ayuda a mitigar los efectos del cambio climático y se ofrecen ingresos dignos a los productores del grano. Promover el cultivo de cacao en un sistema de diversificación contribuye además a promover el arraigo cultural y a su vez, evitar la migración de los miembros de las comunidades locales. 

¿Qué estamos haciendo?

Desde la segunda mitad del 2012, iniciamos un proyecto de diversificación productiva con la intención de poder aplicar esta alternativa a la economía con 19 familias de origen Mazateco en las faldas de la Sierra Madre Oriental en la comunidad Camino de Ixcatlan, municipio de San Felipe Jalapa de Díaz, en el Estado de Oaxaca. La gente de esta comunidad vive en un sitio altamente deforestado rodeado de pastizales, milpa y algunos manchones de vegetación entre los que alguna vez cultivaron café. Es probable que haya existido cacao nativo en la zona debido a que esta región forma parte de lo que Hernán Cortés consideraba la Chinantla, conocida por su producción de cacao desde antes de la llegada de los españoles (Millón, 1955). Con estos antecedentes, iniciamos el proyecto introduciendo el cultivo de cacao en un contexto de diversificación productiva en nueve hectáreas distribuidas en pequeñas parcelas entre .5 a 1 hectárea en potreros y cafetales abandonados. Se realizaron una serie de talleres para mostrar a los campesinos las técnicas y métodos para la colecta apropiada de frutos de cacao en la zona, germinación de semillas, manejo de plántulas en vivero y diseño de la plantación diversificada. Una vez en campo, las plántulas se injertaron con materiales genéticos (cacaos criollos de alta calidad) traídos de Tabasco, donde además se entrenó al grupo en las distintas técnicas de injertado. Las plantaciones diversificadas de cacao se acompañaron con yuca (Manihot esculenta Crantz), plátano (Musa spp.), hojas para tamales (Calathea lutea (Aubl.) E.Mey. ex Schult), cedro (Cedrela odorata L.), caoba (Swietenia macrophylla King), jinicuil (Inga edulis Mart.), cacao tigre (Theobroma bicolor Humb. & Bonpl.) muy cotizado en la zona, castaña (Artocarpus altilis (Parkinson) Fosberg), yaca (Artocarpus heterophyllus Lam.), naranjas (Citrus spp.), aguacate (Persea americana Mill.), entre otros. En los primeros estadios también se cultivó maíz y calabaza (Cucurbita spp.). 

Durante el periodo de consolidación de las plantas de cacao, se recogieron cosechas de maíz, calabaza, yuca y hojas para tamales. El maíz, la calabaza y el plátano se consumieron en el grupo, mientras que la yuca (se recogieron dos cosechas) fue vendida a comerciantes de la región debido a que es muy utilizada en las festividades de “días de muertos”. Actualmente se sigue cultivando yuca pero no dentro de los cacaotales pues no lo permite la sombra. Las hojas para tamales son vendidas en la ciudad de Tuxtepec, Oax., aunque la venta se hizo sólo temporalmente. En diciembre de 2016 se inició la primer cosecha de cacao, la cual se fermentó y secó de acuerdo con los protocolos recomendados por el Dr. Pedro García Alamilla, especialista en fermentación de cacao, de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Los granos se tostaron, se obtuvo el licor y actualmente estamos en el proceso de elaboración de chocolate utilizando técnicas y métodos europeos bajo la asesoría del Museo del Chocolate de la Ciudad de México. Los resultados están aun bajo evaluación.

Como parte de la búsqueda de bienestar y producción de excedentes, la participación de las mujeres ha sido fundamental para el desarrollo del proyecto. Las mujeres mazatecas son bien conocidas en la región por sus habilidades en la elaboración de bordados, en especial por sus diseños originales. Cuando inició el proyecto, las mujeres aportaban un ingreso económico a sus familias al ser contratadas por comerciantes que iban desde San Felipe Jalapa de Díaz, llevándoles  la telas e hilos para que bordaran a cambio de un pago, muy bajo, por cada prenda terminada. Al primer año de desarrollo del proyecto, conseguimos financiamiento de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y con ese fondo semilla y la colaboración del Museo Textil de Oaxaca, se inició un proyecto con las mujeres, para que dejaran de “maquilar” y realizarán sus propias prendas, pero utilizando telas e hilos de alta calidad para dar un valor agregado a sus trabajos. Con la asesoría del Museo Textil de Oaxaca, en la primer exhibición de sus trabajos en la ciudad de Oaxaca, lograron ventas por más de $40,000.00 pesos en tres días. Al año siguiente, el Museo decidió impulsar al grupo para que esta vez representaran a México en el XII International Folk Market en Santa Fe, Nuevo Mexico, donde consiguieron más de $8,000.00 U. S. Dls. en ventas. Con estos resultados la CDI aprobó un siguiente financiamiento para construir un taller de bordadoras, compra de telas, materiales y talleres de entrenamiento para el grupo, el proyecto sigue en marcha (http://etnoecologia.uv.mx/diversidad_biocultural/mazateca/). 

Con estos resultados, y con el propósito de expandir sus posibilidades de diversificación el grupo decidió en fechas recientes, construir una panadería (mientras uno de sus miembros se entrena en la ciudad de Xalapa, Ver.) y colaborar en el desarrollo de un proyecto para la cría de cerdos criollos sin pelo, alimentados con una dieta que contiene semillas de un árbol tropical, Brosimum alicastrum Sw., conocido como ramón, ojite u ojoche, para evaluar la infiltración de ácidos grasos y su influencia en el sabor de la carne. Este proyecto corresponde a una tesis de maestría que desarrolla Irma Arleth Pacheco Triste, del Centro de Investigaciones Tropicales, con la colaboración de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Veracruzana.

Estos son los esfuerzos que el grupo viene realizando a la fecha, con la intención de tratar de seguir los principios descritos previamente por Barkin y Lemus (2015): autonomía, solidaridad, autosuficiencia, diversificación productiva y sustentabilidad regional.

Consideraciones finales

Con este trabajo, queremos resaltar que existen alternativas a la economía para el desarrollo y beneficio de las comunidades locales. Que los sistemas agroforestales diversificados de cacao son una estrategia adecuada de manejo y uso racional de ecosistemas de alta diversidad biológica. Que el cultivo de cacao fue originalmente diseñado para desarrollarse en la sombra de las selvas lluviosas de alta diversidad biológica. Que el cultivo de cacao tiene límites, y por tanto, no debe cultivarse indiscriminadamente a costa de los ecosistemas de alta diversidad biológica, ni de la dignidad ni el bienestar de quienes lo cultivan. Que no es posible que la industria consiga ventas por más de  $120,000 millones de dólares anuales, mientras la mayoría de los productores de la materia prima, es decir del cacao, indispensable para generar esa cantidad de dinero, vivan en la miseria y la marginación.

México necesita aplicar las alternativas de desarrollo que sabemos brindan bienestar a los pequeños productores del sureste de México, que además son compatibles con el uso y manejo racional de la diversidad biológica. Estas alternativas están ahí desde épocas prehispánicas, y son la clave para conseguir el desarrollo de las comunidades locales, la conservación de la biodiversidad y mitigar los cambios climáticos. Debe detenerse la adopción de modelos depredadores de uso de la naturaleza, de los cuales hay infinidad de pruebas de que están acabando con los recursos del planeta. Finalmente, alcanzar el bienestar y desarrollo en el sureste de México, no es fácil pero es posible, para esto, es necesario regresar al pasado, y aprender de los que saben, las comunidades indígenas de México, los que nos legaron el conocimiento de como manejar la selva.

Referencias

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